Para las generaciones que han sido educadas según las consignas del colonialismo, el africano es un individuo que se viste de manera extraña, que se sienta delante de su choza para vigilar sus tres cabras famélicas y que cree en pamplinas propias de la Edad Media que para nosotros no son más que meras supersticiones. Hoy en día sabemos que Africa ha tenido grandes reinos, unos cultos ricos en símbolos y mitología y un arte sacro cuyo esplendor podemos admirar en nuestros mejores museos. Después de un largo periodo de ocultación, los testimonios de estos arcaísmos culturales reaparecen unas veces en su tierra natal y a menudo en tierras lejanas que les acogieron en su exilio.
Prueba de todo ello es, sin lugar a dudas, el pueblo yoruba. A causa de la invasión del cristianismo y del Islam, el culto yoruba sólo llegará a expresarse en todo su esplendor durante su deportación, dando lugar al nacimiento o influenciando la mayoría de los sincretismos afroamericanos.
Aunque encontramos a los yorubas en las islas del Caribe su origen se encuentra en las orillas del Nilo. Según Olumide Lucas (The Religion of Yoruba), la etnia yoruba sería originaria de Egipto y las similitudes de creencias y de nombres parecen apoyar esta posibilidad. En todo caso, el pueblo yoruba tiene unos orígenes inciertos ya que su mitología se confunde a veces con su historia y sobre todo porque la atribución del término yoruba a un conjunto de pueblos es el resultado de las adaptaciones hechas por los sucesivos invasores, primero los Houssa, vecinos del norte, y después los colonos europeos.
De hecho, el origen del pueblo yoruba es la ciudad de Ilé-Ifé (en la actual Nigeria). El término “yoruba” se atribuye a un conjunto de pueblos que “hablaban yoruba” y que formaban parte de la comunidad como los Ifé y los Isa y otros que no se identificaban con la comunidad, como los Saba y los Idaisa, aunque todos estos grupos compartían una misma mitología y una misma cultura.
El pueblo yoruba comprende un número importante de grupos étnicos como los egba, ketu, ijebu e ife entre otros. Procedían del antiguo Dahomey (actual Benin), de Togo y en su mayoría del suroeste de Nigeria. La población actual yoruba ronda los 40 millones de personas.
Tres reinos principales protagonizaron la vida de la región hasta finales del siglo XIX: Dahomey, Oyo y Benin. La región más conocida fue Dahomey ya que conquistó a los demás reinos a finales del siglo XVII convirtiéndose en un suministrador de esclavos que vendía sus prisioneros a los traficantes europeos. El segundo gran reino es el de Oyo, que tuvo un gran poder político y el tercer reino histórico del Africa occidental es Benin que extendió su poder desde el siglo XIII hasta el siglo XIX, convirtiéndose en un próspero estado en el que florecieron el comercio y las artes.
De todos los reinos yorubas, la ciudad más importante en materia religiosa fue Ilé-Ifé y la tradición sostiene que ahí comenzó la creación del mundo. Muchos autores – principalmente africanos- consideran que el fundador de los yorubas fue Oduduwa, de origen árabe. Algunos consideran que provenía de La Meca, el Alto Egipto o del Nilo. Existen numerosas historias acerca de esta figura histórica, que luego fue deificado y muchas veces aparece dentro de la hagiografía yoruba como mujer de Obatalá; aunque este pasaje solo se sustenta en la religión y no en la historia real de este personaje. Consideran también que Oduduwa, fue quien creó el gobierno moderno y las instituciones y organizaciones que hicieron famosa a la nación yoruba.
La tradición oral yoruba describe un mito sobre su origen en el que se cuenta como Dios descolgó mediante una cadena, desde el cielo hasta Ile-Ife a Oduduwa, el antepasado del pueblo yoruba, trayendo con él un gallo, un trozo de tierra y una semilla en la palma de la mano. La tierra cayó en el agua, pero el gallo la rescató para convertirla en el territorio yoruba y de la semilla creció un árbol con dieciséis ramas que representan el origen de los dieciséis reinos.
El nombre “yoruba” vendría de “yo-ru-ebo” qui quiere decir “los que hacen ofrendas a los orishas”. El mito de la creación de los yoruba hace de la ciudad de Ilé-Ifé el origen de todo. Esta ciudad habría sido creada por el orisha Oduduwa, que más que un dios habría sido un verdadero rey cuyos descendientes habrían fundado numerosas ciudades, entre ellas Oyo y Benin. Las ciudades o reinos estaban dirigidas por un rey (oni) pero la ciudad de Ile-Ifé conservó su supremacía religiosa siendo considerada como la Meca del culto yoruba. Sucesivas guerras con Dahomey y las luchas intestinas debilitaron el conjunto del pueblo yoruba y permitieron la captura de esclavos y su deportación hacia América.
El sistema de adivinación Ifa, se expandió desde Ifé no sólo al territorio yoruba sino al resto del mundo por medio de los millones de esclavos que fueron enviados a las colonias inglesas, francesas, españolas y portuguesas en el nuevo mundo.
En Cuba, Brasil, Méjico y parte del Caribe, los ritos religiosos yorubas así como sus creencias y su música han llegado hasta nuestros días gracias a la conservación de las tradiciones religiosas que unieron en sus prácticas las diferentes manifestaciones de una cultura que condensaba varios siglos de vivencias.